miércoles, 22 de julio de 2009

De donde vengo

Vengo de una tierra donde la luz nace y no cesa. Nací en la misma cuna de libertadores del alma, donde genios inmensos y hombres de conciencia infrahumana, forjaron una nobleza que permaneció callada ante la arrogancia de la historia, que nunca se cansó de ultrajarla.

Donde la naturaleza escogió lucirse para demostrar su majestuosa autoridad. Donde el espíritu de las razas se embochincha para generar híbridos hermosos de sonrisas de a toque y voluntades de niño.

Donde se le ordena a los ríos ¡Déjame pasar! En una cotidiana afirmación de la divinidad que nos arropa sin mesura. Donde la virtud brota con brío, en las muñecas de cualquiera que agarre un pedazo de tiza para dibujar un pajarito; o en la garganta de la negra que amamanta a los niños rubios de su servidumbre, mientras canta inspirada.

Donde se le abren las puertas a cualquiera que desee entrar, porque entendemos que en ellos estamos nosotros también. Donde la avaricia, el miedo y la violencia han podido marcar nuestra tez, pero nunca, siquiera, rozado nuestro espíritu. Donde las mujeres, de bellas, contraen el espacio a su alrededor como cuerpos celestes que magnetizan toda existencia que las percibe. Sin esfuerzo y sin vanidad.

Nací en una tierra que existe para enseñar al mundo que lo grandioso y lo sublime no está en los siglos de monumentos de piedra y oro, o en las aberrantes guerras genocidas que hincharon de orgullo a los invasores de otros pueblos sometidos.

Sino, en la semilla de la fruta del suelo que te comes con tu hermano, en la canción que vuela suavemente entre la tórrida ciudad, en la palabra mal pronunciada, que manchada de vida y experiencia, transmite verdad pura sin pretensión ni recompensa, en la mujer hermosa que lleva en su vientre la luz y la cría con los años para que nunca cese. De ahí vengo.


por David Cerqueiro.