domingo, 31 de julio de 2011

Relato para titiriteros


Cansado del roce de las cuerdas y de la caja donde terminaba después de la función de todos los días, una vez, un títere quiso ser titiritero.

No era la grandeza de su amo, ni el poder de su control lo que lo atraía a tomar su puesto, sino la libertad de la que él gozaba al no tener a nadie que lo manipulara.

Y fue por el hábil uso de las cuerdas que alguna vez fueron sus cadenas, y por nunca delatarse durante su cruel show de pelele, que un día supo derrocar al viejo que parecía invencible.

Después de un tiempo, comenzó a extrañar a sus colegas títeres, que aún permanecían esclavos de otros titiriteros. Cuando los saludaba desde lo alto, estos le replicaban con amargos comentarios o con cínicas burlas por su ambicioso escape. Para ellos, resultaba ridículo pretender no ser un títere, cuando se tienen las coyunturas de tornillos y la cara de madera.

Solitario, el títere dueño de si mismo descendió a los escenarios del mugriento suelo público, se ató en las extremidades unas falsas cuerdas y bailó la vieja música que alguna vez fue su condena. Todo para no ofender a sus viejos compañeros y volver a la agradable camaradería que se respira cuando todos padecen de lo mismo.

Pero todo esto resultaba inútil. No importaba cuánto bailara, o qué tan amarrado permaneciera, siempre podía verse en su cara el sutil gesto de aquel que ha probado la verdadera libertad.

Y eso, nadie se lo pudo perdonar.


Por David Cerqueiro R.

Publicado en el diario El Universal el 08 de agosto de 2011: http://noticias.eluniversal.com/2011/08/08/relato-para-titiriteros.shtml