Y no es que me importen tus babosas ventosas, o tus tentáculos de molusco, o tus tres rarísimos corazones. Sé que alguna razón debes tener para semejante faceta octópoda.
Por mí puedes retorcerte, ensancharte o en un relámpago de tinta desaparecer. Puedes incluso sumergirte hasta lo más hondo y regresar salada décadas después. Todo eso es asunto tuyo.
Pero ten cuidado. No vaya a ser que un día te canses de esa vida y el mar salvaje, por jugar con sus corazones, te impida volver a ser mujer.
por David Cerqueiro R.
por David Cerqueiro R.