Con tu mejor traje y la mayor elegancia posible, asiste al evento donde todos te conocen pero tú no reconocerás a nadie. Donde hablarán mal de ti apenas te voltees confiado, después de haberte presentado cordialmente. Donde las miradas invasivas, las sonrisas diabólicas y la constante ironía te envolverán confuso.
Donde te harán sentir como un pobre mendigo de sobras, así tengas tu invitación en la mano, y donde harán lo posible por verte tropezar frente a todos, humillándote torpe ante su cínico desdén.
Asiste. No importa qué ocurra.
Y asegúrate de conocerlos a todos cara a cara, de estrechar sus manos con firmeza, de degustar quesos y vinos con ellos y de caer en todas su burlas y trampas.
Cuando la música más ridícula suene, baila con todas tus ganas en el centro de todos y festeja con toda libertad. Festeja, ríe, bebe, baila y consúmete en el hedonismo de la noche.
Porque es allí donde te pondrán a prueba y en dónde a cada demonio le toca ser expulsado para siempre. Cuando lo hagas, y el ruido y la confusión acaben de súbito, te darás cuenta finalmente que aquella fiesta fastuosa siempre había sido tuya.
por David Cerqueiro R.
Esto totalmente de acuerdo con David, Yo tardé más de 50 años en darme cuenta de ese pequeño detalle. El manejo de las masas y por lo tanto de los individuos que la integran es terrible. Pocos se dan cuenta de este asunto y como borregos en ristra siguen unas conductas que son impuestas por terceros para su propio usufruto.
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