miércoles, 18 de julio de 2012

La gran fiesta

Cuando recibas la invitación a la gran fiesta, y no importa qué ocurra, asiste.

Con tu mejor traje y la mayor elegancia posible, asiste al evento donde todos te conocen pero tú no reconocerás a nadie. Donde hablarán mal de ti apenas te voltees confiado, después de haberte presentado cordialmente. Donde las miradas invasivas, las sonrisas diabólicas y la constante ironía te envolverán confuso.

Donde te harán sentir como un pobre mendigo de sobras, así tengas tu invitación en la mano, y donde harán lo posible por verte tropezar frente a todos, humillándote torpe ante su cínico desdén.

Asiste. No importa qué ocurra.

Y asegúrate de conocerlos a todos cara a cara, de estrechar sus manos con firmeza, de degustar quesos y vinos con ellos y de caer en todas su burlas y trampas.

Cuando la música más ridícula suene, baila con todas tus ganas en el centro de todos y festeja con toda libertad. Festeja, ríe, bebe, baila y consúmete en el hedonismo de la noche.

Porque es allí donde te pondrán a prueba y en dónde a cada demonio le toca ser expulsado para siempre. Cuando lo hagas, y el ruido y la confusión acaben de súbito, te darás cuenta finalmente que aquella fiesta fastuosa siempre había sido tuya.



por David Cerqueiro R.

1 comentario:

  1. Esto totalmente de acuerdo con David, Yo tardé más de 50 años en darme cuenta de ese pequeño detalle. El manejo de las masas y por lo tanto de los individuos que la integran es terrible. Pocos se dan cuenta de este asunto y como borregos en ristra siguen unas conductas que son impuestas por terceros para su propio usufruto.

    ResponderBorrar